Arya y Sansa Stark en Juego de tronos
Arya y Sansa Stark en Juego de tronos - HBO
Actualizado: miércoles, 9 agosto 2017 15:38

   MADRID, 9 Ago. (CulturaOcio) -

   Fue el capítulo más corto de lo que va de temporada, poco más de tres cuartos de hora, pero, además de ser el más visto de Juego de tronos hasta la fecha, Botines de Guerra (The Spoils of War) encadenó con un ritmo endiablado algunos de los pasajes más decisivos para el futuro de una serie que, semana a semana, evidencia que ya no tiene tiempo que perder.

   Ni las golosas filtraciones pudieron con el 7x04 de Juego de tronos. Y es que la infernal batalla final solo fue la brutal guinda de una de las entregas con más sustancia de las 64 con las que hasta ahora cuenta la ficción basada en las novelas de George R.R. Martin.

Un capítulo en el que salvo Caminantes Blancos -el turno del Rey de la Noche y sus hordas llega ya en el próximo capítulo, Guardiaoriente- hubo de todo... y para todos.

"EL CAOS ES UNA ESCALERA"

   La frase que el Cuervo de Tres Ojos (el joven paralítico que tiene el cuerpo de Bran Stark, el rostro de Bran Stark, los recuerdos de Bran Stark pero que, cosas del esoterismo en Poniente, ya no es Bran Stark) le dedica a Meñique la que sin duda es la frase más críptica de la última entrega de la serie.

   Unas palabras que Bran... perdón, el Cuervo, suelta de forma aséptica ante Lord Petyr Baelish, pero que consiguen que Meñique cambie rápidamente su pícaro gesto. Meñique es un jugador, puede que el más entregado y devoto al juego de tronos, y los poderes sobrenaturales del joven Stark suponen una injerencia no controlada en su tablero, en esa calculada pero a la vez flexible estrategia que -según compartió con Sansa en el anterior episodio- consiste en prever todo para que nada le sorprenda.

   Pero el que ve todo -lo que ha pasado, lo que pasa y lo que pasará- es el nuevo Cuervo de Tres Ojos, que con esa frase, sacada de una conversación que el propio Meñique tuvo con Varys en la tercera temporada, deja bien claro a Baelish que sus ladinas argucias no funcionarán con él aunque vengan acompañadas de regalos tan notables como una ancestral daga de acero valyrio.

   Y, efectivamente y sí, casi por primera vez desde que trepaba pizpireto por los tejados de Invernalia, y con permiso de sus flashbacks/viajes astrales hasta la Torre de la Alegría, Bran vuelve a despertar en el respetable una pizca de interés y no la pereza a la que su plomiza subtrama paranormal se había abonado.

"NUESTRA HISTORIA NO HA TERMINADO"

   "No se parece a él. Lo debió hacer alguien que nunca le vio la cara", dice Ayra ante la estatua de su padre erigida en el interior de la cripta de Invernalia donde los restos de Lord Eddard descansan junto a los cadáveres de los otros Stark. "Todos los que le conocían han muerto", replica su hermana mayor y actual señora del castillo. "Nosotras no", espeta la joven lobo que busca ansiosa información sobre el final que los dioses le dispensaron al que durante mucho tiempo fue el primer nombre de su lista, el insoportable Joffrey.

   "Ojalá le hubiera matado yo", dice la que un día fue su prometida que no puede evitar soltar una incrédula risotada cuando su hermana le revela la existencia de una lista de personas que tiene -y que de hecho está- matando. Juntas, antes de fundirse en un nuevo y más sincero abrazo, se conjuran para seguir escribiendo la historia de un linaje que muchos dieron ya por extinguido. Dos lobas sedientas venganza que, eso lo dejan bien claro, la buscarán revancha de formas muy distintas y puede que incluso incompatibles.

"¿ES TU ORGULLO MÁS IMPORTANTE QUE SU SUPERVIVENCIA?"

   Dicen que el roce hace el cariño, y pese a que Jon y Daenerys todavía no han pasado a mayores -por mucho que millones de ansiosos y sudorosos fans y Ser Davos se empeñen- lo cierto es que tras su primer y muy tenso encuentro el Hielo y el Fuego se van entendiendo. Y cada vez mejor. Al gesto de Daenerys accediendo a que Snow se lleve el vidriagón de Rocadragón (no, no es un trabalenguas, la vida en Poniente es así de complicada), el oficialmente bastardo Stark y verdadero sobrinastro de la Targaryen respondió con una visita guiada por la mina en cuestión.

   Allí, el Rey del Norte le mostró una suerte de grabados en piedra que consagraban la alianza entre los Primeros Hombres y los Hijos del Bosque para luchar contra un enemigo común: el Rey de la Noche y sus Caminantes Blancos. "Lucharé por vos, lucharé por el Norte", afirma Daenerys ante un ahora esperanzado Jon. Pero La que no Arde... tampoco da nada gratis. Si Jon quiere ver a Drogon, Viserion y Rhaegal volar por los cielos del Norte achicharrando muertos a diestro y siniestro antes debe hacer una cosa: Hincar la rodilla. "Mi gente no aceptará un rey sureño, no después de todo lo que ha sufrido", se excusa Jon. Y ahí queda la cosa...

"BASTA YA DE PLANES INTELIGENTES"

   

A la salida de la visita guiada por el Altamira que la magia de Poniente esconde en las profundidades del San Juan de Gaztelugatxe, a Daenerys le esperan -otra vez- malas noticias. Dirigidos por Gusano Gris, sus Inmaculados han conquistado Roca Casterly... porque así lo han querido los Lannister. Cersei se adelantó a los planes de su hermano Tyrion y, tras no dejar nada que permita el sustento de los invasores del feudo de los leones, llevó el grueso de sus fuerzas hasta Altojardín para derrotar a los Tyrell y hacerse con su oro.

   Otro varapalo para los planes de la joven Targaryen que, tras perder también Dorne y la flota de los Greyjoy, ve como la guerra se le pone muy cuesta arriba. "Los señores de Poniente son ovejas y tu eres un Dragón. Sé un dragón querida". La frase que la difunta Olenna Tyrell (que en la gloria de las damas televisivas más geniales de la historia esté) pronunció ya hace un par de entregas resonó con fuerza en la cabeza de Daenerys que decidió no escuchar o, mejor dicho, escuchar solo a medias, a sus timoratos consejeros para -al fin- llevar sus dragones al frente.

"HUYE, IDIOTA... JODIDO IDIOTA"   

   Primero Bronn, sin duda alguna el MVP de este capítulo, y después Tyrion rogaron a Jaime Lannister que no intentara hacerse el héroe en una batalla que los capas rojas habían perdido desde que resonaron los primeros aullidos dothraki en los campos de Cáceres. Pero no. Jaime, este Jaime, manco y de peinado más táctico, tiene poco que ver con aquel caballero de pomposa melena y cínicas maneras al que tanto odiaba en fandom en las primeras temporadas.

   Tras comprobar sobre el terreno el infierno en la tierra que es capaz de desatar un dragón en combate, quiso acabar con la guerra de un plumazo, aunque en ello le fuese la vida. Lo hizo acometiendo contra Daenerys que, preocupada por la salud de su 'hijo' Drogón después de que la bestia recibiera el regalito que le envió Bronn a través del Escorpión de Qyburn (¿Habrá el pérfido maestre aderezado con veneno las lanzas?), se presentó ante él como un objetivo fácil. Un Targaryen que le da la espalda es un blanco demasiado suculento para el Matarreyes...

   Pero la Sombra Alada reaccionó a tiempo y protegió a su madre con ardiente devoción. También estuvo presto Bronn que, como ya hiciera con el propio Tyrion en Nido de Águilas, volvió a salvar la vida de un Lannister. Una acción heróica para los suyos, pero suicida que, todo indica, no supondrá el fin de Jaime, que ahora estará en poder de la hija del hombre al que mató por la espalda. ¿Conseguirá Tyrion librarlo de una ejecución que se antoja casi segura?

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