Matthew Bellamy cumple 38 años: el líder de Muse en 5 canciones

MATTHEW BELLAMY DE MUSE
MATTHEW BELLAMY DE MUSE - IAN WEST
Actualizado: jueves, 9 junio 2016 13:36

MADRID, 9 Jun. (EDIZIONES - David Gallardo) -

Mucho ha cambiado la vida del joven Matthew Bellamy desde que decidió montar su banda Muse allá por 1994 en Teignmouth (Inglaterra) junto al batería Dominic Howard y el bajista Christopher Wolstenholme. Ninguno de ellos podría no por asomo intuir donde estarían un 9 de junio del año 2016, girando por el mundo con su Drones World Tour y convertidos en la banda de referencia del rock del siglo XXI.

Quizás, de hecho, el único que lo visionara entonces fuera George Bellamy, guitarrista del grupo británico The Tornados (número 1 en el Billboard Hot 100 con su éxito Telstar en 1962) y por ende padre de la criatura, cuyo advenimiento se produjo el 9 de junio de 1978 en Cambridge, es decir, este jueves hace 38 años.

Sea como fuere, el pequeño Matthew comenzó a tocar el piano a los seis años, aunque no sería hasta los doce cuando hiciera su primera actuación en público, tocando precisamente este instrumento en el Teignmouth Community College. Ya por aquel entonces había comenzado su idilio autodidacta con la guitarra después de ver a Jimi Hendrix incendiar la suya en el escenario.

Este interés por la música le llevó a enrolarse en bandas de instituto como Carnage Mayhem y Gothic Plague. En esta última coincidió con el batería Dominic Howard, con quien hizo pareja en busca de un bajista que terminó siendo Chris Wolstenholme. Ese fue el nacimiento oficial de Muse como banda, aunque el trío tenía aún un largo camino que recorrer. Vamos con él en cinco canciones.

SHOWBIZ (1999)

Tras lanzar un par de EPs y llamar la atención de periodistas y miembros de la industria musical, Muse publicaron su primer álbum en octubre de 1999 con el título de Showbiz, en el que ya se percibía la ampulosidad, la contundencia y la ambición del grupo en temas como Muscle museum, Cave, Showbiz, Unintended, Sober y Sunburn. Este último abre el LP y es canción capital en su carrera por tanto.

HYSTERIA (2003)

Su segunda acometida, Origyn of Simmetry (2001), les situó como un nombre a tener en cuenta en la escena alternativa planetaria con clásicos como Bliss y New born, si bien el salto cuantitativo llegó en 2003 con Absolution. Un álbum avasallador que sentó las bases del poderío de Muse en el siglo XXI y en el que Matt se presenta ya como un compositor tan agresivo como retórico, delicado y ansioso -ahí queda Butterflies and Hurricanes-. Y como un guitarrista (casi tan) incendiario como su ídolo Jimi Hendrix.

Estamos ante una banda todavía en su fase iniciática, pero su música ya entonces desprendía una ambición fuera de toda duda y unos delirios de grandeza no dejaban indiferente. Desde entonces, estas características no han hecho otra cosa que crecer hasta romper las propias costuras de ese mastodonte que ahora es Muse.

KNIGHTS OF CYDONIA (2006)

La amplitud de horizontes creativos de Muse se hizo patente en su cuarta entrega, Black holes and revelations (2006), con nuevas atmósferas musicales, más orquestación y más electrónica, algo que iría a más en los siguientes años. Su gusto por la épica desbordante llegó a su clímax con Knights of Cydonia, momento clave de todos su recitales desde entonces con su cabalgueo miliciano y su grandilocuencia apocalíptica. Un desmadre, vaya.

SUPREMACY (2012)

La evolución del grupo les llevó hasta The Resistance (2009), álbum con los tres movimientos de la sinfonía Exogenesis y también con toda la pegada habitual del trío. La fórmula fue a más en The 2nd Law (2012), con un grado de demencia creativa ciertamente importante en temas como Survival, perfecta fusión entre Queen y Manowar. Y también en Supremacy, tema idóneo para alguna película de James Bond, a poder ser del mismo título, con un trabajo de guitarra ciertamente arrollador y déspota en toda su furia.

PSYCHO (2015)

Claro que si hablamos de furia, ahí tenemos el séptimo disco de Muse, Drones, que de alguna manera supone un regreso a la contundencia del bajo, la guitarra y la batería en su más mínima e iracunda expresión. Menos devaneos compositivos (aunque los hay, es inevitable, ahí están los diez minutos de The Globalist) y más riffs eléctricos apuntalados por una base rítmica a la que se le marcan las venas de todos los músculos.

Y en estas anda Matthew Bellamy ahora, quien bien podría ser un pequeño gran dictador o el líder de una secta apocalíptica de los últimos días. Siempre obsesionado con las teorías conspirativas de dominación mundial, su ascendencia sobre sus fieles alcanza el punto de no retorno cuando machaca su guitarra mientras lanza agudos alaridos de 'castrato' enajenado. Como psicópatas dirigidos por Drones.